Pirry

El estado del periodismo en estos días en Colombia no es muy bueno, no sólo porque hay pocos espacios periodísticos de investigación (por lo menos en que toca a la televisión), sino porque hoy en día hay algo que nunca había visto en este país. Por primera vez desde que tengo memoria, los medios de comunicación de Colombia parecen estar totalmente alineados con el gobierno. La tendenciosidad en la información, especialmente en lo que a los canales privados de televisión se refiere, es bastante notoria; parece que la desinformación es ahora la política editorial de estos canales.

En este escenario resalta RCN, cuyos "informativos" están dedicados por completo a ensalzar la figura del presidente Uribe, así como a destruir la de sus opositores. Hay que ver esa sección de La cosa política para ver un ejemplo de cómo se puede manipular la información para mostrar lo que se quiere mostrar, además de la ridiculez desde el saludo mismo del inicio de la sección; el hola de la señora Dávila es de un fingimiento casi que histriónico. También esta La noche, el espacio de Claudia Gurisatti para poner de moda los temas que el gobierno necesita tener en la agenda informativa y soslayar lo que no les conviene a Uribe y su combo, y donde la señora Gurisatti hace gala de todo menos de objetividad en las entrevistas que realiza.

Es por eso que sorprende tanto ver en este canal un espacio como el de Pirry, especialmente teniendo en cuenta que él ni siquiera es periodista por formación. Pero hoy parece estar haciendo un mejor trabajo que los que tanto se vanaglorian al llamarse a sí mismos periodistas en el mencionado canal, así como en otros canales y en los periódicos. Las crónicas que ha venido realizando Pirry muestran un trabajo periodístico muy interesante, en especial porque es capaz de criticar al gobierno que parece dirigir el propio canal. Pero es más que eso. Pirry ataca a quien hay que atacar, sin importar en qué lado del espectro político se encuentre. Con Pirry se recupera en parte un papel del periodismo, que es buscar, encontrar y crticar aquello que no funciona en la sociedad, denunciar sin importar quien es el que está cometiendo el crimen.

Es criticable del programa de Pirry el hecho de que es muy lacrimógeno. Siempre se está buscando conmover hasta la lágrima al espectador y por ello a veces se queda corta la crónica que se está realizando, pues la búsqueda de la lágrima fácil a veces no deja ver más a fondo la historia que se está contando. En ese sentido a veces el programa se torna aburridor. Pero más allá de eso no se puede negar que Pirry está mostrando cosas que pareciera ya no sucedieran en este alucinado y democráticamente seguro país, pero que obviamente siguen sucediendo, no importa lo que los eufemistas profesionales como José Obdulio Gaviria y Fernando Londoño nos digan y quieran hacernos creer.

El programa de anoche, por ejemplo, en el que se mostró el caso de un niño y una niña que perdieron una pierna y un brazo, respectivamente, por culpa de una mina plantada por las FARC. Un golpe duro de realidad para aquellos que la única mina que habrán podido pisar será una plasta de mierda en la finca a la que ahora si pueden ir gracias a la seguridad democrática. Esas cosas muestran que aquí sí hay una guerra, sí hay un conflicto y sí hay desplazados, no simplemente una amenaza terrorista y migrantes internos. Muestran que la guerra de este país es compleja, es una guerra sucia, y que es una guerra que afecta más a los inocentes. Pero es fácil abogar por la salida armada estando en la cómoda Bogotá y sin haber sabido jamás qué es el servicio militar o qué se siente cargar un fusil por la selva aguantando hambre y pestes. O saber que salir al patio de la casa puede terminar en una desgracia por culpa de una mina o de una bala perdida.

Y sin duda Pirry tocó la cima cuando hizo el programa sobre la libertad de prensa en Colombia. Porque a pesar de lo que dice el señor presidente, aquí siguen matando y amenazando periodistas. Fue increíble ver como hace más de diez años Jaime Garzón, personificado como Godofredo Cínico Caspa, ya nos advertía sobre lo peligroso que es Álvaro Uribe, y que en medio de lo gracioso de la interpretación de Garzón se viera su indignación y su ira porque se mostraba a Uribe como un mesías salvador. También fue bueno ver como un periodista se atrevió a denunciar corrupción en su pueblo y fue amenazado, por lo que en un consejo comunitario denunció frente al presidente mismo lo que sabía, obteniendo la respuesta de que todo iba a ser solucionado y su vida protegida, con esas respuestas categóricas de capataz con las que puede salir el presidente. Y sin embargo no se hizo nada y no se le protegió, quedando demostrado que eso de los consejos comunitarios no es más que populismo y campaña proselitista.

Es por este tipo de cosas que considero valioso el programa de Pirry. Aún quedan cosas por afinar en la propuesta periodística, pero es necesario ver que el hecho de que Pirry denuncie lo que denuncia en una canal como RCN no puede pasar desapercibido. En estos tiempos de homogeneidad en la información (o desinformación mejor) que se nos da, Pirry representa lo que el periodismo realmente debe hacer, es una opción para ver un país real que no es encasillable en una u otra ideología y que tiene más caras de las que todo el mundo cree. Pirry es la voz que toda sociedad debe tener, la voz que no se calla por conveniencia o, como es tan común en nuestro país, por miedo. A estas alturas Pirry ya se debe haber hecho a muchos enemigos de uno y otro lado, pues la intolerancia es patrimonio nacional colombiano. Y, no obstante ahí debe seguir Pirry para decir lo que a unos y otros no les gusta.