La feria
El domingo se acabó la feria del libro. Este año la aproveché al máximo, gracias a la credencial que nos dieron en la maestría para poder asistir a todos los eventos. Un muy buen cambio a la modalidad tradicional con la que yo abordaba la feria: un sólo día (no había plata para más) en una maratónica jornada, viendo todos los pabellones y buscando rebajas en todo lado, siendo siempre el pabellón de la Panamericana el lugar más propicio para encontrar libros a precios módicos y asequibles para mis modestos ingresos.
En la feria 2009 pude ver con más calma lo ofrecido por las librerías. Y, sobre todo, asistir a varias charlas; experiencia muy enriquecedora, porque no todos los días puede escucharse de boca de los propios escritores su experiencia en el mundo de las letras. Así que haciendo uso de mi querida credencial fui a ver a muchos escritores, tanto colombianos como de otros países, para oírles su cuento, para saber cómo enfrentan este embeleco extraño de hacer literatura. Debo decir que fue maravilloso ver a tantos escritores rondando por ahí. Al fin y al cabo, para los lectores, esa es nuestra farándula. Otros disfrutarán con actores y modelos. Yo prefiero ver escritores.
Y escucharlos, repito. Cuando uno está en el proceso de convertirse en escritor, es bastante importante prestar atención a lo que tienen por decir aquellos que ya llevan una cierta distancia recorrida del camino. Sin duda, de ahí pueden salir innumerables consejos y pautas.
Para resaltar, las charlas del pabellón homenaje al café El Automático. Ese café tan importante para la intelectualidad colombiana, en especial la bogotana, lamentablemente desaparecido, tuvo su lugar en esta feria. Como parte del concepto del pabellón, se realizaron varias tertulias sobre distintos temas. Fueron muy buenas, especialmente porque no tenían un tono académico, sino precisamente de tertulia, de hablar, conversar sobre el tema en cuestión y exponer puntos de vista. Muy bacanas.
Me agradó mucho encontrar rebajas. Ya hablé sobre la Panamericana: ese era el único pabellón al que mi limitado presupuesto podía aspirar. Pero este año en el de Random House Mondadori había rebajas absurdas: libros a ocho mil pesos. Una rebaja de esas es increíble. Un libro nuevecito a ese precio hace que la plata me empiece a picar en el bolsillo, por poca que esta sea. Así que compré como tres libros, en desmedro de otros gastos semanales (específicamente las libaciones del fin de semana). No importa, vale la pena. Y un libro dura más que una cerveza.
No se puede dejar sin mencionar un hecho curioso de la feria de este año: nunca, en los años que llevo visitando la feria del libro, había visto tantas mujeres hermosas. En este evento no estaba acostumbrado a notar tanta belleza femenina, pero este año había hartísimas. Yo no sé que pasaría, pero me gusta. Una razón más para asistir a la feria. Y para seguir leyendo: eso sí que es motivación.
En la feria 2009 pude ver con más calma lo ofrecido por las librerías. Y, sobre todo, asistir a varias charlas; experiencia muy enriquecedora, porque no todos los días puede escucharse de boca de los propios escritores su experiencia en el mundo de las letras. Así que haciendo uso de mi querida credencial fui a ver a muchos escritores, tanto colombianos como de otros países, para oírles su cuento, para saber cómo enfrentan este embeleco extraño de hacer literatura. Debo decir que fue maravilloso ver a tantos escritores rondando por ahí. Al fin y al cabo, para los lectores, esa es nuestra farándula. Otros disfrutarán con actores y modelos. Yo prefiero ver escritores.
Y escucharlos, repito. Cuando uno está en el proceso de convertirse en escritor, es bastante importante prestar atención a lo que tienen por decir aquellos que ya llevan una cierta distancia recorrida del camino. Sin duda, de ahí pueden salir innumerables consejos y pautas.
Para resaltar, las charlas del pabellón homenaje al café El Automático. Ese café tan importante para la intelectualidad colombiana, en especial la bogotana, lamentablemente desaparecido, tuvo su lugar en esta feria. Como parte del concepto del pabellón, se realizaron varias tertulias sobre distintos temas. Fueron muy buenas, especialmente porque no tenían un tono académico, sino precisamente de tertulia, de hablar, conversar sobre el tema en cuestión y exponer puntos de vista. Muy bacanas.
Me agradó mucho encontrar rebajas. Ya hablé sobre la Panamericana: ese era el único pabellón al que mi limitado presupuesto podía aspirar. Pero este año en el de Random House Mondadori había rebajas absurdas: libros a ocho mil pesos. Una rebaja de esas es increíble. Un libro nuevecito a ese precio hace que la plata me empiece a picar en el bolsillo, por poca que esta sea. Así que compré como tres libros, en desmedro de otros gastos semanales (específicamente las libaciones del fin de semana). No importa, vale la pena. Y un libro dura más que una cerveza.
No se puede dejar sin mencionar un hecho curioso de la feria de este año: nunca, en los años que llevo visitando la feria del libro, había visto tantas mujeres hermosas. En este evento no estaba acostumbrado a notar tanta belleza femenina, pero este año había hartísimas. Yo no sé que pasaría, pero me gusta. Una razón más para asistir a la feria. Y para seguir leyendo: eso sí que es motivación.
Definitivamente me puedo sentir satisfecho que aproveché la feria al máximo. Y sí fur definitivo la oferta en los libros. Ojalá así sean todas las ferias venideras.
ResponderBorrarFelicidades por la orgía de libros-entre libros, lectores y escritores, y ¡poder comprar! huy aquí en Guadalajara, Jalisco, México, es famosa la feria del libro en el mes de noviembre.
ResponderBorrarsiempre el dinero opina si uno va o no, ni modo. saludos.
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ResponderBorrarQue nota!
ResponderBorrarEsa es una de las cosas que mas extraño de Bogotá, eso y el Festival de Teatro.
Finalmente, la Feria es ESO, poder entrar en contacto con el mundo del libro, de los autores y poderse embolsillar un par de joyas que en otro tipo de situaciones sería imposible hacer.
*Nota mental: "las libaciones del fin de semana"... todavía me tienen riendome. GRACIAS!
Que bueno que sumercé pudo aprovechar al máximo la feria, pues con esa credencial era mucho mas tranquilo asistir a los eventos y detenerse a comprar. Sin embargo, yo con un escaso día de asistencia -por aquello del presupuesto- pude hacer varias compras, entre otras, porquee es la primera feria a la que voy con algo de dinero. Claro, me tocó hacerlo rendir con los descuentos de la panamericana (no se imagina cuánto) y cuando fuí al pabellón de Mondadori ya no tenía ni 5, obvio, arrepentida total porque hubo buenos títulos a muy bajos precios ¡maldita sea!.
ResponderBorrarMi apretada agenda no me dejó para disfrutar ni charlas ni tertulias, pero espero el otro año tener mas $$ para poder asistir mas de una vez, o tener pases o credencial para lograrlo.
Saludos Señor Iván!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarYo también disfruté la feria, a la manera tradicional, un día y sin plata, pero por lo menos hice una muy buena inversión, me compré la primera temporada de El Siguiente Programa, 24 capítulos, mas de 7 horas, SIN COMERCIALES!!! viendo la irreverencia de Martin y Santiago, buena calidad, nada comparado a las chandas de videos en youtube, la verdad somo me he visto gran parte del primer DVD y esta del putas!!!! Por la compra me regalaron tres audiolibros y un CD de audiocuentos, y me salió muy barato.
ResponderBorrarLa feria del libro es de las mejores que hay en este país, yo no es que sea muy buen lector, pero la encuentro agradable, ojalá encontrara agradable expociencia, la que si es de mi medio y cada versión es peor, cada que voy encuentro 10 proyectos mas de reciclar papel.