Los tres chiflados
Había una vez tres chiflados que hacían estupideces y tenían peleas absurdas. Pero no son Larry, Curly y Moe. Estos tres chiflados reciben nombres más conocidos, más comunes y, sobre todo, más tropicales: Álvaro, Hugo y Rafael.
Este trío de chiflados tienen en común unos egos hiperinflados, los cuales les hacen creer su presencia en el gobierno como indispensable para sus respectivas naciones. Los tres son populistas, en su vertiente más trasnochada, aunque mientras Hugo y Rafael hacen un populismo de izquierda, Álvaro lo hace desde la derecha. Igual, populismo es populismo, no importa desde cuál lado se haga. Esta tripleta tropical de lunáticos piensa en el gobierno como un asunto personal, por lo que sus diferencias a este nivel se vuelven las diferencias de todos sus gobernados, o por lo menos de la caterva de lambesolapas y chupacontratos que los rodean. Sus estrategias de gobierno tienen en común el esconder los problemas internos buscando enemigos externos, para así crear un falso patriotismo deslumbrador y empalagador, ya que es bien sabido que el odio hacia afuera impide ver cómo nos engañan desde adentro. Y, además, sus peleas les reportan a los tres aumentos considerables de popularidad en sus respectivos países.
Estos tres chiflados también hacen reír. Hugo y Álvaro se pasan el día entero pregonando su talante democrático, a pesar de que sus actos gritan a los cuatro vientos todo lo contrario: Hugo lleva diez años y contando en la presidencia, y su intención es hacer su reelección indefinida; Álvaro ya se hizo reelegir una vez, reformando un "articulito" de la constitución, pero está buscando afanosamente una nueva reforma para poder quedarse en la presidencia. Mientras tanto, Rafael también se reeligió, pero su verdadero acto cómico es negar con excusas pendejas sus nexos con las Farc (llamadas por Álvaro "lafar" en su precioso uso del idioma).
Hacen reír con sus alocuciones. Todos ocupan largos espacios televisivos, en los cuales hablan por horas de cosas insustanciales, deploran a sus enemigos políticos y buscan que la opinión pública se llene de odio contra esos enemigos y de amor para con sus líderes, iluminados ellos. Álvaro hace campaña de pueblo en pueblo los fines de semana, fingiendo estar gobernando de cerca a su pueblo y repartiendo plata y cargos (muy a la Trujillo). Algo parecido hace Hugo, que en su programa Aló Presidente habla durante horas, canta, dice estupideces y hace siete mil payasadas. Y Rafael no se queda atrás en telegenia, pues también sale en televisión a todo momento, hablando en tono pendenciero sobre los problemas que tiene, retando a Álvaro a pruebas con polígrafo, y escupiendo sofismas de distracción a diestra y siniestra (para ser justos, los tres son expertos en dichos sofismas).
El chiflado trío se la pasa peleando por todo. Esta es una vecindad nacional bastante ajetreada. Hugo y Rafael tienen unas relaciones con las Farc que molestan a Álvaro, cuyo caballito de batalla siempre ha sido acabar con "lafar". Pero fue tan bestia de ir a bombardear un campamento guerrillero en Ecuador y después decir unas cuantas mentirillas. Rafael se emputó (Hugo lo ayudó con la emputada) y se agarró con Álvaro, resultando en una ruptura de relaciones diplomáticas. Luego se intentó arreglar el problema en la cumbre del Grupo de Río, pero aunque se calmaron un poco los ánimos, el apretón de manos entre Rafael y Álvaro no pudo ser más hipócrita porque no se puede. Y la mirada que le hizo Rafael al chiflado Álvaro daba miedo.
Ahora, Álvaro, un hombre tan destinado a ser acólito de los gringos que nació un cuatro de julio, le ofrece bases militares colombianas a los estadounidenses. Rafael los sacó de su feudo, digo, país, pero Álvaro los recibió con los brazos abiertos. Nuevo empute. Sale un video de el "Mono Jojoy" hablando de aportes farianos a la campaña de Rafael a la presidencia: nuevo empute y negación absurda y estúpida de lo aparecido en el video. Y Hugo se mete en la colada, pues dice que las bases son un peligro. Para completar, unos misiles suecos del gobierno venezolano aparecen en poder de las Farc. Ahora sí fue Troya, y los tres chiflados están de nuevo a punto de darse en la jeta.
Tal vez deberían hacerlo y dejarnos en paz a los pobres mortales. Deberían cogerse a cachetadas, tortazos, batazos y karatazos a ver si dejan la pendejada. La gente de los tres países no tiene por qué soportar los problemas derivados de las iras santas de este trío infame y absurdo. Los habitantes de las fronteras ya se ven afectados, pues el comercio ha disminuido; las industrias tienen problemas para vender sus productos; las migraciones se ven trancadas, imposibilitando el natural movimiento de viajeros entre los tres países. Y los tres chiflados discutiendo pendejadas, hablando de ideologías que poco o nada le dicen a la gente de a pie, a quien poco le importa la babosería pseudointelectual de los discursos de nuestros tres personajes. Quieren hacer parecer que todo se reduce a esas ideologías; sin embargo, el problema son sus talantes dictatoriales, sus mentiras, sus relaciones con delincuentes.
Larry, Curly y Moe hacían reír de verdad, con esa risa aliviadora del cuerpo y el espíritu. Los tres chiflados tropicales hacen reír nerviosamente, con una risa producto del absurdo, de la total falta de lógica de la situación. Estos tres fantoches son tan ridículos, tan babosos, que parecen producto de la imaginación delirante de algún comediante. El problema es que esta comedia puede tener unas consecuencia nada hilarantes. Es refrescante ver que la mayoría de gente sigue sin hacer propias las rencillas de estos reyezuelos de pacotilla. Mas la exaltación puede llegar a las cabezas de los partidarios obcecados de los tres chiflados. Y quién sabe cuanto loco no hay entre ellos.
Comentario aparte merece la columna de Ernesto Yamhure en El Espectador, publicada el jueves pasado. A nadie sorprende ya la lambonería de este señor para con el presidente Uribe, pero negar los falsos positivos ya es el colmo de la estupidez, la ceguera y el cinismo.
Estos tres chiflados también hacen reír. Hugo y Álvaro se pasan el día entero pregonando su talante democrático, a pesar de que sus actos gritan a los cuatro vientos todo lo contrario: Hugo lleva diez años y contando en la presidencia, y su intención es hacer su reelección indefinida; Álvaro ya se hizo reelegir una vez, reformando un "articulito" de la constitución, pero está buscando afanosamente una nueva reforma para poder quedarse en la presidencia. Mientras tanto, Rafael también se reeligió, pero su verdadero acto cómico es negar con excusas pendejas sus nexos con las Farc (llamadas por Álvaro "lafar" en su precioso uso del idioma).
Hacen reír con sus alocuciones. Todos ocupan largos espacios televisivos, en los cuales hablan por horas de cosas insustanciales, deploran a sus enemigos políticos y buscan que la opinión pública se llene de odio contra esos enemigos y de amor para con sus líderes, iluminados ellos. Álvaro hace campaña de pueblo en pueblo los fines de semana, fingiendo estar gobernando de cerca a su pueblo y repartiendo plata y cargos (muy a la Trujillo). Algo parecido hace Hugo, que en su programa Aló Presidente habla durante horas, canta, dice estupideces y hace siete mil payasadas. Y Rafael no se queda atrás en telegenia, pues también sale en televisión a todo momento, hablando en tono pendenciero sobre los problemas que tiene, retando a Álvaro a pruebas con polígrafo, y escupiendo sofismas de distracción a diestra y siniestra (para ser justos, los tres son expertos en dichos sofismas).
El chiflado trío se la pasa peleando por todo. Esta es una vecindad nacional bastante ajetreada. Hugo y Rafael tienen unas relaciones con las Farc que molestan a Álvaro, cuyo caballito de batalla siempre ha sido acabar con "lafar". Pero fue tan bestia de ir a bombardear un campamento guerrillero en Ecuador y después decir unas cuantas mentirillas. Rafael se emputó (Hugo lo ayudó con la emputada) y se agarró con Álvaro, resultando en una ruptura de relaciones diplomáticas. Luego se intentó arreglar el problema en la cumbre del Grupo de Río, pero aunque se calmaron un poco los ánimos, el apretón de manos entre Rafael y Álvaro no pudo ser más hipócrita porque no se puede. Y la mirada que le hizo Rafael al chiflado Álvaro daba miedo.
Ahora, Álvaro, un hombre tan destinado a ser acólito de los gringos que nació un cuatro de julio, le ofrece bases militares colombianas a los estadounidenses. Rafael los sacó de su feudo, digo, país, pero Álvaro los recibió con los brazos abiertos. Nuevo empute. Sale un video de el "Mono Jojoy" hablando de aportes farianos a la campaña de Rafael a la presidencia: nuevo empute y negación absurda y estúpida de lo aparecido en el video. Y Hugo se mete en la colada, pues dice que las bases son un peligro. Para completar, unos misiles suecos del gobierno venezolano aparecen en poder de las Farc. Ahora sí fue Troya, y los tres chiflados están de nuevo a punto de darse en la jeta.
Tal vez deberían hacerlo y dejarnos en paz a los pobres mortales. Deberían cogerse a cachetadas, tortazos, batazos y karatazos a ver si dejan la pendejada. La gente de los tres países no tiene por qué soportar los problemas derivados de las iras santas de este trío infame y absurdo. Los habitantes de las fronteras ya se ven afectados, pues el comercio ha disminuido; las industrias tienen problemas para vender sus productos; las migraciones se ven trancadas, imposibilitando el natural movimiento de viajeros entre los tres países. Y los tres chiflados discutiendo pendejadas, hablando de ideologías que poco o nada le dicen a la gente de a pie, a quien poco le importa la babosería pseudointelectual de los discursos de nuestros tres personajes. Quieren hacer parecer que todo se reduce a esas ideologías; sin embargo, el problema son sus talantes dictatoriales, sus mentiras, sus relaciones con delincuentes.
Larry, Curly y Moe hacían reír de verdad, con esa risa aliviadora del cuerpo y el espíritu. Los tres chiflados tropicales hacen reír nerviosamente, con una risa producto del absurdo, de la total falta de lógica de la situación. Estos tres fantoches son tan ridículos, tan babosos, que parecen producto de la imaginación delirante de algún comediante. El problema es que esta comedia puede tener unas consecuencia nada hilarantes. Es refrescante ver que la mayoría de gente sigue sin hacer propias las rencillas de estos reyezuelos de pacotilla. Mas la exaltación puede llegar a las cabezas de los partidarios obcecados de los tres chiflados. Y quién sabe cuanto loco no hay entre ellos.
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Excelente la entrevista de María Cristina Uribe al presidente Correa. Lo puso contra la pared y lo puso a sudar como caballo. Correa pensó que por ser de oposición, María Cristina Uribe le iba a hacer el juego para arrinconar a Uribe Vélez. Pero la "Tata" demostró ser una periodista profesional, con carácter y ética, e hizo una entrevista magistral. Ojalá la hayan visto Vicky Dávila o Claudia Gurisatti: mucho podrían aprender.
Comentario aparte merece la columna de Ernesto Yamhure en El Espectador, publicada el jueves pasado. A nadie sorprende ya la lambonería de este señor para con el presidente Uribe, pero negar los falsos positivos ya es el colmo de la estupidez, la ceguera y el cinismo.
Le faltaron hechos como la pedida en captura de Santicos, o las mentiras del mismo cuando dijeron que el bombardeo no había sido ni cerca a ecuador.
ResponderBorrarPero si, es cierto esos conflictos internacionales por ideología política son una payasada, pero que se puede esperar? en lo que a colombia respecta por lo menos, todo el gobierno y la política son un chiste de grandes proporciones, basta con contar los partidos políticos, o con ponerse a pensar en el término "uribismo" o con escuchar las declaraciones de yidis o de cuello, y ver a uribe en la presidencia y a sus hijitos libres, o simplemente esperar unos días a que el referendo se salve milagrosamente del agujero negro en el que está.
Hola Ivan, ya vine y leí, pero no me siento para dejarte comentario sobre esa situación que ustedes si viven tan de cerca y con conocimiento. Respetuosamente. Blanca.
ResponderBorrarPues por ahí dicen que los amigos se parecen, pero los enemigos son aún mas idénticos. no cabe duda de que los tres chiflados alebrestados son igualiticos, y por eso es que se la pasan buscandole la lengua a los medios e incitando problemas diplomáticos. Simple cuestión mercadológica para que su popularidad suba y suba.
ResponderBorrarMuy buen post señor iván, lo felicito.
Saludos!
A mi esa actitud de uribe de paisita bonachon siempre me ha molestado bastante, pero la del payaso de correa si es q no me la aguanto, imbecilidad al cien, la entrevista me gusto, pero la tata se enredo en instantes, lo bueno es q lo incomodo a ratos, Chavez es cuento aparte.
ResponderBorrarUn saludo compa