Diatriba en dos tiempos.
Las narconovelas:
No se puede negar la realidad ni la historia: Colombia es un país consumido y sacudido por el narcotráfico. La cultura traqueta tiene anegado a este país. Para donde se mire, ya sea en el supermercado o en la discoteca, se ve a un traqueto o a alguien que asumió esa estética nefasta.
Pero lo de las telenovelas ya es otra historia. Es apenas obvio que se cuenten esas historias, ya sea en películas, libros o telenovelas, porque es algo que padecemos todos los días. Sin embargo, es increíblemente fastidioso que tanto Caracol como RCN consideren que son las únicas historias dignas para hacer una producción televisiva. Todas las noches hay que aguantar más de lo mismo. Es el colmo de la creatividad.
Y no contentos con inundar la pantalla de prepagos y traquetos, los convierten en héroes. Con la excusa de humanizar a los personajes, poco a poco los van rodeando de un halo trágico que los sustenta y los justifica; los hacen parecer juguetes del destino, cuya única salida fue dedicarse a traficar con droga (es evidente que la precaria situación social es un aliciente, pero no es la única razón. La adicción a la plata fácil es el quid del asunto). Pobrecitos. Y noche tras noche se erigen como héroes del pueblo, hombres y mujeres que nos representan y personifican el querer ser del colombiano promedio. Desde la televisión potencian esa cultura mafiosa que tanto daño nos ha hecho; un país donde al drogadicto se le mira con desprecio pero al que trafica con la droga le dicen patrón.
Por lo menos fueran buenas las telenovelas. Ni siquiera eso. Tanto con El Capo como con Las muñecas de la mafia me sucedió lo mismo: no fue sino ver una parte del primer capítulo para pasar el canal a toda velocidad. Si por lo menos fueran buenas producciones, pues hasta se entendería. Pero son malas con ganas. Amparo Grisales da risa. Y yo no sé cuál es el super papel que le ven a Marlon Moreno. Cualquiera habla acento paisa pujado, se viste de negro, habla solo y mira por la ventana fingiendo disparar a enemigos imaginarios. Además, el señor Moreno parece estar especializándose en papeles de matón y traqueto. Está como encasillado el hombre.
Completando, para variar un poquito, en RCN estrenaron Rosario Tijeras y en Caracol van a dar El Cartel II. Eso es a lo que yo llamo diversidad y creatividad. Una vez más, hay que agradecer la existencia de la televisión por cable.
Puede que la televisión no sea para educar, como dijo un actor para defender la narconovela. No obstante, tampoco para ser tan monotemática. Y mal actuada. Y mal escrita.
Sólo falta que El Capo también se lance al congreso y quedamos listos. O Gustavo Bolívar, en su defecto.
La saga Crepúsculo:
Estoy hasta la gorra con los vampiros emos. Qué desastre esa vaina. Bram Stoker debería jalarle las patas a Stephanie Meyer. Esta señora inició una tendencia que ha hecho de los vampiros seres pusilánimes y sosos, adolescentes depresivos y patéticos cuyo mayor dilema existencial es dejarse el peinado bien hecho; lo que lleva a la pregunta de cómo harán para peinarse si los vampiros no se reflejan en los espejos. Claro que si los vampiros meyerianos pueden salir de día como si nada, pues seguramente también podrán verse en el espejo.
Atrás quedó la figura del vampiro melancólico y trágico que carga sus años a cuestas como un peso casi insoportable, cuyos últimos exponentes bien pueden ser los personajes de Anne Rice. Ahora parecen criaturas cuyo único interés es demostrar sus habilidades especiales corriendo por el bosque y trepando árboles como si fueran micos que han consumido anfetaminas. Adolescentes presumiendo superpoderes, que constante contemplan el horizonte y detienen carros mientras miran fijamente a los ojos de la dama en cuestión. Pa-té-ti-co.
Nada que ver con Drácula, vampiro por excelencia y quintaesencia de lo que realmente deben ser estas criaturas; seres de la noche (Drácula podía salir de día, pero sus poderes disminuían) que aunque poderosos, sufrían la carga de la eternidad; seres, además, de profunda sensualidad lasciva, no de amores adolescentes pendejos donde el muchacho piensa una y mil formas de declararse a la muchacha. Drácula seduce y toma lo que quiere, no ahorra para peluches y escribe melosas cartas de amor, o se pone a llorar porque su condición lo aleja de la hembra mortal en la que ha puesto los ojos: la convierte o algo hace, pero no se queda lamentándose en actitud cortavenas.
Torturante ver la detestable debacle de los vampiros por culpa de la señora Meyer. ¿Qué vendrá ahora? ¿Un spa para vampiros? ¿Gimnasios donde puedan aprender a presumir sus poderes? ¿Profilaxis y blanqueamiento para los colmillos? ¿Cremas para la resplandeciente y 'neónica' blancura de los cutis vampirescos? Cualquier cosa se puede esperar de Stephanie Meyer con estos vampiros emos/metrosexuales sin cojones.
Algo más: si uno es un vampiro con cientos de años, ¿por qué carajos sigue yendo al colegio? ¿No debería saber ya todo lo que allí se aprende? Al parecer, estos 'vampiros' no sólo son emos y patéticos (valga la redundancia), sino que son tremendamente brutos e ignorantes.
Pero lo de las telenovelas ya es otra historia. Es apenas obvio que se cuenten esas historias, ya sea en películas, libros o telenovelas, porque es algo que padecemos todos los días. Sin embargo, es increíblemente fastidioso que tanto Caracol como RCN consideren que son las únicas historias dignas para hacer una producción televisiva. Todas las noches hay que aguantar más de lo mismo. Es el colmo de la creatividad.
Y no contentos con inundar la pantalla de prepagos y traquetos, los convierten en héroes. Con la excusa de humanizar a los personajes, poco a poco los van rodeando de un halo trágico que los sustenta y los justifica; los hacen parecer juguetes del destino, cuya única salida fue dedicarse a traficar con droga (es evidente que la precaria situación social es un aliciente, pero no es la única razón. La adicción a la plata fácil es el quid del asunto). Pobrecitos. Y noche tras noche se erigen como héroes del pueblo, hombres y mujeres que nos representan y personifican el querer ser del colombiano promedio. Desde la televisión potencian esa cultura mafiosa que tanto daño nos ha hecho; un país donde al drogadicto se le mira con desprecio pero al que trafica con la droga le dicen patrón.
Por lo menos fueran buenas las telenovelas. Ni siquiera eso. Tanto con El Capo como con Las muñecas de la mafia me sucedió lo mismo: no fue sino ver una parte del primer capítulo para pasar el canal a toda velocidad. Si por lo menos fueran buenas producciones, pues hasta se entendería. Pero son malas con ganas. Amparo Grisales da risa. Y yo no sé cuál es el super papel que le ven a Marlon Moreno. Cualquiera habla acento paisa pujado, se viste de negro, habla solo y mira por la ventana fingiendo disparar a enemigos imaginarios. Además, el señor Moreno parece estar especializándose en papeles de matón y traqueto. Está como encasillado el hombre.
Completando, para variar un poquito, en RCN estrenaron Rosario Tijeras y en Caracol van a dar El Cartel II. Eso es a lo que yo llamo diversidad y creatividad. Una vez más, hay que agradecer la existencia de la televisión por cable.
Puede que la televisión no sea para educar, como dijo un actor para defender la narconovela. No obstante, tampoco para ser tan monotemática. Y mal actuada. Y mal escrita.
Sólo falta que El Capo también se lance al congreso y quedamos listos. O Gustavo Bolívar, en su defecto.
La saga Crepúsculo:
Estoy hasta la gorra con los vampiros emos. Qué desastre esa vaina. Bram Stoker debería jalarle las patas a Stephanie Meyer. Esta señora inició una tendencia que ha hecho de los vampiros seres pusilánimes y sosos, adolescentes depresivos y patéticos cuyo mayor dilema existencial es dejarse el peinado bien hecho; lo que lleva a la pregunta de cómo harán para peinarse si los vampiros no se reflejan en los espejos. Claro que si los vampiros meyerianos pueden salir de día como si nada, pues seguramente también podrán verse en el espejo.
Atrás quedó la figura del vampiro melancólico y trágico que carga sus años a cuestas como un peso casi insoportable, cuyos últimos exponentes bien pueden ser los personajes de Anne Rice. Ahora parecen criaturas cuyo único interés es demostrar sus habilidades especiales corriendo por el bosque y trepando árboles como si fueran micos que han consumido anfetaminas. Adolescentes presumiendo superpoderes, que constante contemplan el horizonte y detienen carros mientras miran fijamente a los ojos de la dama en cuestión. Pa-té-ti-co.
Nada que ver con Drácula, vampiro por excelencia y quintaesencia de lo que realmente deben ser estas criaturas; seres de la noche (Drácula podía salir de día, pero sus poderes disminuían) que aunque poderosos, sufrían la carga de la eternidad; seres, además, de profunda sensualidad lasciva, no de amores adolescentes pendejos donde el muchacho piensa una y mil formas de declararse a la muchacha. Drácula seduce y toma lo que quiere, no ahorra para peluches y escribe melosas cartas de amor, o se pone a llorar porque su condición lo aleja de la hembra mortal en la que ha puesto los ojos: la convierte o algo hace, pero no se queda lamentándose en actitud cortavenas.
Torturante ver la detestable debacle de los vampiros por culpa de la señora Meyer. ¿Qué vendrá ahora? ¿Un spa para vampiros? ¿Gimnasios donde puedan aprender a presumir sus poderes? ¿Profilaxis y blanqueamiento para los colmillos? ¿Cremas para la resplandeciente y 'neónica' blancura de los cutis vampirescos? Cualquier cosa se puede esperar de Stephanie Meyer con estos vampiros emos/metrosexuales sin cojones.
Algo más: si uno es un vampiro con cientos de años, ¿por qué carajos sigue yendo al colegio? ¿No debería saber ya todo lo que allí se aprende? Al parecer, estos 'vampiros' no sólo son emos y patéticos (valga la redundancia), sino que son tremendamente brutos e ignorantes.
No, lo que pasa es que todo tiene que evolucionar, a crepusculo le debemos la evolución de los vampiros, ya pueden salir de día y con poderes!!!! (lo dijo una amiga totalmente sorprendida de felicidad después de leer el libro de dicha saga), y a RCN y Caracol le debemos la evolución de los narcos, ya no son levantados, ahora son heroes con clase envueltos en un mundo malvado del cual quieren salir porque han cambiado y ahora son gente de bien.
ResponderBorrarBueno, de la teleevision nacional no dire nada porque hace rato dejé de ver la televisión nacional cuando fue completamente mexicanizada con producciones, por decir lo menos, pauperrimas, pero por otro lado eso es lo que adora ésta turba ignorante y maleducada y ahi si, nada que hacer.
ResponderBorrarEl otro dia estaba viendo el cabezote de "vampire diaries" y yo pensaba: carajo!, ¿donde está Blade cuando se le necesita?, para que inicie la temporada de caza de sanguijuelas emo-sexuales o por lo menos el Van Helsin (Anthony Hopkins, no ese de Hugh Jackman que despedazó completamente el personaje), ¿que pasó con Gary Oldman y ese vampiro oscuro, furioso y con mucho carácter? o por lo menos la sensual vampirita de Kate Beckinsale, que era de armas tomar!, Bram Stocker se debe estar revolcando en su tumba. Cahu y un saludo
En el siglo XXI los vampiros son gomelos modelos que usan riopa de marca y cuidan la linea, seguramente porque antes de matar a alguien miran cuantas calorias puede llevar en la sangre la victima
ResponderBorrarOdio que ese Prepuscio o como se llame se haya vuelto una cultura de maricas quinceañeras de las cuales mas de la mitad ni sabra que existe un libro, y en cuanto a lo de las narconovelas pues aqui un link donde hablan de ese fenomeno: http://www.enrodaje.net/4rosario_tijeras.htm
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