Actitud

En una entrevista a Onetti le preguntaron:

Julio Jaime: ¿Cómo fue la historia alrededor de "Para esta noche", tu actitud ante la guerra de España?
Onetti: No, no, yo no tengo actitud ante la guerra de España, porque yo creo que no caben actitudes, ¿no? El individuo que no está a favor de la república española es un hijo de perra.

A algunos les sonará extremista, pero la jocosa respuesta del escritor uruguayo no es más que el ejemplo perfecto para mostrar que hay situaciones que no pueden ser justificadas de ninguna manera. En ese caso era la naciente dictadura de Franco, pero bien podríamos hablar de los nazis, las dictaduras comunistas, las militares latinoamericanas, etc. En el escenario actual de nuestro país, podríamos pensar en una situación injustificable; no al nivel de los ejemplos mencionados, pero injustificable al fin y al cabo: hablo de la candidatura presidencial de Juan Manuel Santos y de la, por ahora fallida, de Andrés Felipe Arias.

En el caso de Arias, no se entiende como alguien, excepto los que han sido beneficiados por él, puede votar por un hombre de evidentes tendencias corruptas, responsable de esperpentos como el intento de casi regalar las tierras de Carimagua a los palmicultores en detrimento de los desplazados a quienes habían sido prometidas dichas tierras, escudado en la lógica estúpida e inverosímil de que a los ricos esa tierra sí les produce pero a los pobres no. Y no olvidemos Agro Ingreso Seguro, programa que impulsó como ministro de agricultura y que en lugar de apoyar a campesinos terminó regalando dinero a familias adineradas, muy adineradas. Querer a un hombre así de Presidente es de tarados, de gente perezosa para pensar y de corruptos con todas las de la ley.

Por su lado, Santos es en este momento el candidato con más opciones para llegar a la presidencia. Este país está muy mal de la cabeza: Santos no conoce ética de ningún tipo y es uno de los campeones del volteareopismo criollo. Quienes hoy le alaban su lealtad a Uribe deberían recordar sus 'lealtades' previas, entre las que está nada más y nada menos la que tuvo por Pastrana. En cualquier otro escenario político, sus posibilidades electorales serían mínimas, pero ha sabido aprovechar la imagen de Uribe y la pereza mental del colombiano promedio, quien no quiere pensar y si Santos es el elegido de Uribe, pues ese es el hombre (algo igual sucede con Arias). Y sin embargo, cualquier país decente no olvidaría que Santos, como ministro de defensa, no respondió nunca por los falsos positivos; no sólo eso: cuando se descubrió la macabra práctica del Ejército, la primera reacción, como es la de cualquier mentiroso, fue negar lo sucedido. Sólo el peso de la realidad hizo a él y al gobierno reconocer los asesinatos.

¿Es este el tipo de hombres digno de gobernar? Al parecer gran parte de los colombianos piensan que sí.

Sin embargo, a algunos sí nos indigna el cinismo de estos señores y recordamos sus crímenes y mentiras. Una Operación Jaque no borra todos los inocentes muertos. Dejar a Santos llegar a la presidencia es avalar toda una forma de gobierno basada en el desprecio por la vida humana y por las reglas de juego de una democracia ya de por sí bastante maltrecha. Elijamos otro rumbo, alguien que nos lleve por nuevos y mejores caminos. Y desde ya cerremos el camino para Uribito en el 2014 entendiendo que no es nada más que un criminal corrupto y peligroso. Piense bien su voto: podemos tener algo mejor.

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