Segunda vuelta

Pasada la primera vuelta de las elecciones, queda el sinsabor de ver triunfar de nuevo a las mismas fuerzas de siempre: las de la corrupción, las mentiras, el miedo y la mafia. Aunque era de esperarse el triunfo de Santos en la primera vuelta, el amplio margen con el cual lo hizo no estaba en las cuentas de nadie. Bueno, en las de él sí, porque al fin y al cabo sabe cuántos votos compró de los seis millones y pico que obtuvo.

Sin embargo, no hay que olvidar que el hecho de tener una segunda vuelta ya es una ventaja. Más grave hubiese sido que Santos ganara en primera. Ahora es el momento de hacer el verdadero esfuerzo y tratar de convencer a más gente de que la propuesta del Partido Verde es la correcta para el momento actual del país: a la gente que votó en blanco, al que lo hizo por otro candidato y al que no votó (el abstencionismo disminuyó, pero sigue siendo muy alto. Ese es un caudal electoral que se debe cautivar).

En primer lugar, es necesario que la dichosa ola verde deje de culpar a los que votaron en blanco o lo hicieron por otro candidato de la derrota del domingo. Eso es muestra de una intolerancia que no se corresponde en lo absoluto con las ideas de Mockus y su equipo. La autocomplacencia y la autoatribuida superioridad moral de muchos electores de Mockus ha sido una debilidad que ha logrado pintar este movimiento como algo mesiánico y sin ideas. Demuestren pues lo contrario, discutan con argumentos e intenten convencer en lugar de atacar a quien no votó por Mockus.

En contra de la ola verde también jugó lo que he dado en llamar la endogamia 2.0. Si bien la campaña en internet fue determinante para la difusión de la propuesta verde y para lograr más votos, lo cierto es que la mayoría se quedaron ahí, en internet, y no salieron a la calle a convencer gente. Todo se convirtió en un coro en Facebook y Twitter donde se le predicaba a los conversos: entre los mismos seguidores de Mockus discutían, justificaban los errores del candidato y difundían las ideas. Por eso se perdió la perspectiva y se dejó de prestar atención a conseguir nuevos votos o a quienes iban a votar por Mockus pero se arrepintieron y decidieron votar por otros candidatos (sobre todo Petro y Vargas Lleras). Tildar de bruto al que no votaba por Mockus y minimizar los desaciertos y errores del candidato verde fue mortal para las aspiraciones del movimiento y le dio a la ola verde un tufillo de mesianismo y moda que no es nada bueno.

Porque fueron varios lo errores del candidato por el Partido Verde. Si bien la mayoría de veces fue por no saber expresar con claridad su pensamiento, fueron errores crasos que le costaron a su candidatura. Tal vez el peor fue el portazo que le dio a una posible alianza con el Polo. El desprecio de los votos de izquierda tuvo un costo terrible, no sólo en términos electorales, sino por el hecho que ese portazo lo hizo parecer un hombre intransigente y arrogante, cuando se supone él es la opción del debate, la democracia deliberativa y el respeto por las ideas del otro. La falta de claridad de Mockus a lo largo de la carrera electoral le ha impedido conquistar una mayor cantidad de votantes. Es su responsabilidad ser lo más claro posible para llegar a mucha más gente, motivarla a conocer sus propuestas y votar por él, por un cambio en la forma de hacer política en este país.

Es por ello que en estos días la campaña verde debe dar un giro, consolidarse y buscar nuevas alternativas. Ahora debe hacer lo que debió hacer desde antes sin cerrar puertas: buscar el apoyo de otras corrientes políticas. Es hora de hacer una campaña más pragmática. Y no estoy hablando de acuerdos a nivel burocrático; estoy hablando de conseguir el apoyo de otras corrientes verdaderamente democráticas, que busquen destronar a las mafias del poder. Mucho ganaríamos si los sectores democráticos de este país se unen a la propuesta de Antanas Mockus. Desde el liberalismo, la izquierda democrática e incluso ciertos sectores de Cambio Radical se puede esperar un apoyo a una propuesta que, si bien no se corresponde completamente con sus directrices ideológicas, por lo menos es una oportunidad de tener un gobierno donde todos esos sectores tengan reales garantías de ejercer sus derechos políticos, de exponer sus ideas y de discutir las políticas gubernamentales.

En este momento se impone la tarea de construir una verdadera democracia sin cabida para los mafiosos, incluyendo a los de cuello blanco. Ya está sentada una posición de legalidad y razonamiento, es hora de buscar el apoyo concreto de otros partidos y ciudadanos. Es necesario invitar a quienes votaron por Petro, Pardo, Vargas Lleras e incluso Noemí Sanín, a que voten por Mockus y apoyen una renovación política que abra las puertas a una democracia donde todos tengan cabida, donde el disenso no convierta a alguien automáticamente en terrorista y donde no se amenace a la gente desde el mismo Gobierno. Tenemos la oportunidad de ponernos de acuerdo en lo fundamental para avanzar y construir. Que las diferencias no nos impidan ver las coincidencias y el futuro político al que podemos aspirar juntos.


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