Barra brava

El domingo pasado fue el más reciente episodio de la vesania de las barras bravas colombianas: debido a que el Atlético Nacional se quedó sin opciones de pasar a la final del fútbol colombiano tras su derrota con el Once Caldas, los hinchas decidieron destruir todo lo que pudieran. Como hincha de Nacional que soy, no puedo menos que sentirme avergonzado. Flaco favor se le hace a la imagen de una hinchada cuando suceden cosas como esas. Y la de Nacional no es la única. La gran mayoría de las barras de los equipos colombianos, si no todas, han protagonizado desmanes alguna vez, acabando con lo que hay a su paso y peleando con las hinchadas de los equipos rivales.

Es una vergüenza. Ya ni siquiera van a ver un partido: si usted va al estadio con un puñal, no va a ver fútbol. Ser hincha de un equipo se volvió la fachada para ser pandillero, para desfogar los instintos destructivos y criminales (algunos salen del partido a atracar, como le sucedió a un amigo con unos hinchas de Santa Fe). El fútbol es apenas una excusa. El 'amor' al equipo parece justificar que se apuñale a un hincha de otro equipo (a veces hasta del mismo), se destruya el estadio y lo que alrededor se encuentre. Una completa gaminería.

Porque gamines y hampones son esos especímenes que consideran que el hincha de otro equipo es una persona a la que se le debe hacer daño; esos mismos que se tatúan el escudo o la camiseta de su club, dizque porque eso es demostrar el amor y el apoyo al equipo; quienes eso hacen, frecuentemente se apoyan en un puñal para ganarse la vida. Seres que, además, son lo suficientemente ridículos como para cantar barras con acento argentino.

No me malentiendan: sé que entre esas barras hay mucha gente decente que sí va a ver un partido de fútbol. Pero lo cierto es que está primando la línea violenta que ve al equipo y su hinchada como un clan cavernario que está en guerra con los otros clanes, que ve como obligatorio apedrear buses o asesinar a quien ose portar una camiseta que no sea la del propio equipo. Pura y dura lógica pandillera, repito. Los hinchas de ese tipo alejan de los estadios a los verdaderos hinchas, los que sí quieren a su equipo y quieren disfrutar de un partido de fútbol y no van pensando en que la más grande hazaña de la vida es robarle una bandera o un frente a la barra contraria.

Hace unos años leí, en una columna de Gabriel Meluk, que una de las soluciones que habían encontrado en Inglaterra para controlar a los hooligans había sido subir el precio de las boletas. Puede parecer clasista, pero tal vez puede ayudar. Hacer responsable al hincha por la silla que ocupa también. Hay que buscar salidas para que la violencia deje de encontrar refugio en los estadios. Y para que la gente deje la estupidez de estar cantando como argentinos. Buenos Aires queda bien lejos de Chipaque.


P.D. Con respecto al clásico Barcelona-Real Madrid: que saludable para el alma es ver en el rostro de Mourinho y de Cristiano Ronaldo la inconfundible expresión del fracaso y la humillación.

P.D. 2 Pensar que no se puede ser hincha de un equipo de fútbol de otra ciudad o de otro país es de un parroquialismo de tal magnitud, que demuestra la limitada mentalidad que tenemos.

Comentarios

  1. Subir el costo para barras bravas hasta me asusta porque podría sumarse la delincuencia. Un fanático haría lo que fuera por poder ingresar a ver a su equipo.

    Qué bien que un hincha del Nacional de a conocer su posición sobre lo que hicieron los hinchas de su propio equipo. Ojalá todos los millones de hinchas del Nacional se pronunciaran e hicieran una campaña.

    off topic: Acaba de ganar Tolima en el último minuto al Santafé, lo siento por los Santafereños como Yamid Amat, Julio Sanche Cristo, Pacheco y millones más.

    Un abrazo desde mi espíritu!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares