Estancados

Lo de Colombia es, básicamente, una paradoja temporal. Tenemos un pie en el pasado remoto y otro en la actualidad. Y no para aprender de los errores de tiempos idos y aplicar soluciones en el presente, sino para aferrarnos a nociones caducas. Estamos estirados al extremo en una línea del tiempo demasiado larga.

En esa paradoja temporal nos movemos e intentamos avanzar. Intentamos, porque la sensación es que no nos movemos para delante. Sí, disfrutamos de los adelantos del presente (tecnológicos, sobre todo), pero en lo demás somos, practicamente, un país feudal. Modernizados pero no modernos. Somos un pastor que apenas sabe utilizar una honda, pero tiene un fusil en las manos; un aspirante a barquero piloteando un avión caza bombardero; un maquinista de locomotora corriendo un fórmula uno. Somos como una persona que, apenas entendiendo el funcionamiento de un ábaco, se lo quitan y le dan una calculadora graficadora para que haga las cuentas.

Tal vez no merecemos esa porción de modernización de la que disfrutamos. Por mérito propio, estaríamos en un nivel muy inferior. Sólo las lógicas del mundo posmoderno y globalizado nos han permitido disfrutar de los adelantos que otros pueblos han logrado con esfuerzo. Y sí, aquí hay gente cuyo nivel intelectual está a la par del estadio en el que se encuentran otros lugares del mundo más civilizados. Desafortunadamente, no son los que suelen dirigir nuestros destinos.

O tal vez sí la merecemos, y gracias a poder ver las buenas cosas que hay en otros lugares de la Tierra, propendemos por tener un mejor país. No todos, obvio: a algunos les gustan las cosas como están. Les conviene que así se queden.

Somos un país inmaduro y escindido, que no sabe como mirar al futuro mientras construye su presente. Los intereses de pequeños y mezquinos sectores de nuestra sociedad trabajan incansablemente para disfrutar del paraíso mientras condenan a la mayoría al infierno. Y la mayoría marcha sin chistar al despeñadero, mientras mira, hipnotizada, sus iPads y iPhones y Blackberrys, creyendo que eso es disfrutar de la modernidad en todo su esplendor. Zombis cayendo al vacío.

Tenemos Internet, "el mundo a un click". Pero siguen mandando los del machete. Ciudades, vías, automóviles último modelo; "inteligencia vial" en una nación bárbara, nostálgica de moverse a caballo. Pequeños intentos de entrar al Primer Mundo: hacer que nieve en diciembre sobre la Zona T de Bogotá. Volviendo a Internet: el conocimiento de la humanidad al alcance de la mano, pero cerebros que no quieren asimilarlo. Pajazos mentales: este es el mejor vividero del mundo.

Negamos la realidad, y así es difícil corregirla. Existimos en una resignación alegre y abúlica.

Y así nos va.

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