Hambre

Si quiere actuar, actúe; si quiere escribir, escriba; si quiere pintar, pinte; si quiere hacer películas, hágalas. Si quiere estudiar una poco lucrativa carrera de humanidades, hágalo. Todos queremos tener dinero, pero a veces la vocación no se compadece de ese deseo. De esa necesidad. Tal vez el arte no sirva para nada, pero si uno tiene el impulso íntimo de hacerlo, hay que hacerlo. Y hay que arriesgarse, intentar vivir de eso. O sobrevivir. Es posible, aunque la mayoría no lo logra nunca. La miseria es a menudo el destino de quien toma el camino del arte.

No todos servimos para ser abogados, médicos, ingenieros o empresarios exitosos. Y a veces, detrás del traje y el empleo respetable, está el deseo de haberse arriesgado a tomar otro camino. Es poco probable, claro: una generosa cuenta bancaria suele consolar. Pero no siempre es suficiente.

Seguir una vocación siempre implica un riesgo. Algunas vocaciones más que en otras. Repito: hay que arriesgarse. Además, en un mundo donde millones mueren de hambre como producto de las decisiones de otros, unos otros que a menudo ven sus vientres rellenarse groseramente más allá de lo concebible, morir de hambre por decisión propia parece una salida digna.

Comentarios

  1. Hola Ivan. Descubro tu blog. Lo seguiré leyendo. Cordial saludo. Juan David

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  2. Tus publicaciones son excelentes, esta por lo menos me ha encantado bastante, saludos amigo

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