¡Mátenlo!

Cuando el mundo se va al carajo, que es básicamente todos los días, uno tiene dos opciones: o se para a pensar y a reflexionar, a tratar de analizar lo que sucede para encontrar mejores diagnósticos y soluciones por medio de la mesura y la sensatez, o se une a la turba estridente, violenta y vengativa que con tanta facilidad confunde el linchamiento con justicia, y que por pedir sangre inmediata no se da cuenta de su propia estupidez, de la inutilidad de su rabia mal dirigida, de la babaza que le sale de la boca.

Uno puede escoger entre atacar las verdaderas causas de los males, o tratar la fiebre en las sábanas.

Puede preferir la inteligencia para combatir la maldad, o dejarse llevar por los espasmos indignados de sus vísceras.

Puede elegir enfrentarse a los monstruos o convertirse en uno de ellos.

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