La verdad

Desde siempre los criminales, los embusteros y los bárbaros prejuiciosos han defendido sus fechorías y sus exabruptos afirmando sin sonrojarse que están diciendo la verdad. O la Verdad. El racista escupe sus insultos, dice que los negros no pueden trabajar juntos porque se agarran de las mechas, o que son perezosos y no rinden luego de las nueve de la mañana, o que un equipo de fútbol con muchos negros nunca va a ganar nada, y luego dice que eso no es racismo: es la verdad. El antisemita dice que los judíos son usureros y estafadores siempre en busca de atención, conspiradores internacionales para envenenar el alma de los pueblos, y luego dice que no es antisemita: es la verdad. El homofóbico dice que los homosexuales son depravados, violadores de niños y una aberración de la naturaleza, gente incapaz de construir relaciones duraderas de amor, y dice que eso no es homofobia, es la verdad. El misógino está convencido de ser humanista y dice que el feminismo es lo mismo que el machismo pero en versión femenina: esa es la verdad. El político corrupto afirma ser honesto y dice ser el salvador de la decencia y la moral del país.

Alejandro Ordóñez ha dicho que su campaña presidencial será "políticamente incorrecta". Traducción: voy a ser todo lo homofóbico, racista, fanático y mentiroso que pueda ser. No en vano afirmó estar de acuerdo en varios puntos con Donald Trump: la estrategia del engaño, la agresividad y la discriminación le funcionó perfectamente al Führer anaranjado. Ordóñez, esa mezcla de político artero y sacerdote inquisidor, quiere una campaña capaz de soliviantar a la hez de nuestra sociedad, a quienes sienten que la corrección política, ese enemigo de mentiras, como la "ideología de género", cohíbe su libertad para insultar, limita su "derecho" a ser misóginos, homofóbicos y racistas. Ordóñez anhela una teocracia fascista bajo su control para poder "defender la familia" y restaurar la fe y la moral supuestamente perdidas. No ha de ser Colombia un país de variados colores y múltiples voces, sino un lugar con la negrura de las sotanas y las marmóreas resonancias del latín, donde solo se oiga a quienes viven con júbilo las certezas discriminatorias de su fe amañada.

Preparémonos entonces para la estridencia del odio, para la campaña insana de un incinerador de libros cuya estrategia será cultivar el desprecio y alimentar el miedo. La mendacidad desbordada aparecerá con la máscara de la verdad, y lo hará para dividir al país y darle rienda suelta a quienes creen firmemente en la aniquilación del contrario. Vendrá Alejandro Ordóñez, alias Trumpquemada, a decirnos que él no es ningún líder autoritario y corrupto ni un fanático religioso, que Colombia lo necesita para defenderla de la izquierda, el ateísmo y la homosexualidad, de la depravación y la inmoralidad encarnados en la "ideología de género" y el proceso de paz. Vendrá a tratar de convencernos con su lengua sibilante de que él no discrimina a nadie y es un demócrata íntegro y será el presidente de todos los colombianos: esa es la verdad.


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