El irlandés

Tres horas y media que parecen una despedida. Tres horas y media de maestría narrativa. Tres horas y media para recordar todo lo que Scorsese, Pesci, De Niro y Pacino le han dado al cine.

El irlandés es Scorsese en plena forma, el Scorsese que tantas veces nos ha maravillado y nos ha mantenido concentrados en la pantalla, un autor capaz de mantener la tensión de una secuencia cinematográfica sin recurrir a los recursos fáciles del latido de un corazón o la música incidental vehemente. Un director capaz de sacar lo mejor de sus actores, de un Joe Pesci (tal vez el mejor de todos en esta película) que se ha mantenido alejado del cine en el último tiempo, y de unos De Niro y Pacino que han dedicado varios lustros a desperdiciar su talento en películas horrorosas, pero que aquí vuelven a demostrar lo que son en realidad: intérpretes privilegiados, actores capaces de transmitir lo necesario con gestos sutiles, posturas corporales y pocas palabras, capaces de encarnar personajes que por verse viejos no dejan de parecer poderosos, despiadados, crueles, peligrosos.

Puede que El irlandés sea un canto de cisne, la despedida de cuatro ancianos talentosos fundamentales en la historia del cine, un destello final de talentos quizá irrepetibles. Si es así, sin duda alguna es un adiós glorioso.