Tontos solemnes

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No sé por qué me acordé en estos días de los tontos solemnes:

El tonto solemne ha existido siempre, pero es ahora, en la era de la comunicación, cuando su presencia más nos atosiga: puede abordarnos cuando vemos plácidamente la televisión o nos entretenemos escuchando la radio del coche en un atasco o nos tomamos una caña en un bar.


Pero ¿quién es el “tonto solemne”?, ¿En qué se diferencia de los demás tontos?

Bueno, yo diría que el tonto solemne siempre ha superado los tests de inteligencia; incluso a veces con un resultado que le hace creerse próximo a la genialidad….lo cual no demuestra sino lo cuestionables que han sido siempre esas pruebas.


El tonto solemne se recrea en el verbo, ocupa con frecuencia cargos o funciones de cierta responsabilidad, e incluso (en el peor de los casos) de MUCHA responsabilidad.

Suele adornar su discurso con cierta grandilocuencia y emplear –sin, casi nunca, saber latín u otras lenguas muertas, aunque haya peligrosas excepciones- de expresiones como “primus inter pares”, “a posteriori”, “a priori”, “sic transit” y muchas otras destinadas a embobar al personal con una pretensión de sapiencia. Con estas argucias tratan de llevarnos a su terreno. Y en él, como los topos cuando deambulan por sus galerías, son verdaderos maestros.

El “tonto solemne” nos conducirá a su madriguera y tratará de convencernos de cosas que generalmente se dan de palos con el sentido común.

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