Demasiados sueños

El problema son los sueños, las expectativas. Tal vez sin eso nos adaptaríamos más fácil a la vida. Sin creer jamás en la posibilidad de ser medallista olímpico o campeón del mundial de fútbol. Sin aspirar a ser la mente detrás de un gran avance científico o a escribir una novela magistral.

Sería más sencillo si a uno le bastara la ida al supermercado, las horas de oficina, los chistes malos. Si uno solo aspirara a un final satisfactorio para la telenovela, pedir domicilio los fines de semana, un poco de amor, una mascota, la película del domingo en la tarde y una fiesta de vez en cuando.

Nada de premios, grandeza, gloria o eternidad.

O quizá sea todo lo contrario. Tal vez, como decía Pessoa, morimos porque no soñamos lo suficiente. Porque no nos atrevemos a dejar el camino señalado. La ruta de la callada desesperación.



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