Un mundial

¿Qué estarán pensando los chicos Águila? ¿Qué estarán sintiendo? Seguramente están prendiendo sus pantallas gigantes en sus mansiones, o montados en sus convertibles, o aprovechando la interrupción de las ligas para irse de vacaciones con sus familias y amigos a algún destino impagable para el resto de los mortales. Y seguramente escribo esto desde la amargura del oficinista que jamás verá el más mínimo destello de la emoción y la gloria de estar en un mundial de fútbol o en unos olímpicos, ya no digamos de ganar una medalla. Pero me pregunto si esos jugadores no tienen una espina muy adentro que los incomoda y les roba un poco de alegría a sus fortunas, si no se arrepienten de la mezquindad y la falta de amor propio y la mediocridad que fue quedarse sin ir al mundial por querer sacar a un director técnico, a pesar de ser un equipo que tenía la calidad y la experiencia necesarias para clasificar.

Tal vez la inmensidad de su riqueza y su comodidad silencia del todo el hecho de estar hoy viendo el comienzo del mundial por televisión, igual que uno. Quizás ni lo están viendo y no les importa y están pensando en otras cosas. A lo mejor les da risa que todavía haya gente que piense en lo magnífico que debe ser poder jugar un mundial de fútbol.

O de pronto no. Me lo pregunto.

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