El nacimiento de una nación
Tenemos que dejar de fingir que Donald Trump no representa el alma de Estados Unidos. El país de la iniciativa privada y los emprendedores, del “sueño americano” capaz de hacerse realidad a través del trabajo duro, pero en realidad entregado a la cultura del estafador y de la apuesta, endiosando a quienes se hacen ricos por medio del timo, la mentira, el engaño, la trampa, el atajo. La tierra del individualismo a ultranza y la competencia despiadada, donde la victoria lo es todo y la derrota es una mancha. Donde el conocimiento es motivo de burla y la inteligencia solo es reconocida cuando es astucia para los negocios, para ganar a cualquier precio. Una sociedad obsesionada con los superhéroes y los héroes de acción, con sus latiguillos efectistas y sus soluciones rápidas y violentas, simplistas, sin matices. Una nación en busca de un hombre fuerte para acabar con los malos, un líder con ideas recias, palabras cortas y gatillo fácil. Con una fijación por la imagen cuidadosamente armada