401

Quizás es pequeño y no es moderno. Tiene algunos guardaescobas rotos y un par de grietas en las baldosas. Los armarios no cierran. Pero es aquí donde viví por primera vez solo, y además en un momento de suma dificultad. Donde aprendí a preparar las mismas cinco cosas necesarias para no dejarme morir de hambre. Donde comprobé que no me gusta cocinar y no me desestresa ni se me da con naturalidad. Donde ser adulto tomó forma y peso. Donde sentí en las tripas el miedo al futuro y enfrenté las consecuencias de estar a merced de los indignos y de los tontos solemnes. Donde sentí que caía en un abismo de ansiedad y tristeza. Donde la caída me hizo intuir la luz. Donde comprobé las bondades de la soledad y el silencio y encontré mi particular camino de vuelta a Dios. Donde comprendí la importancia de mirar hacia adentro. Donde empecé a ganar serenidad y un poco de alegría. Donde sentí el consuelo del sol entrando por la ventana. Donde tuve por primera vez mi propia biblioteca y mi propio sillón para leer. Donde recordé que me gusta estar solo, pero también tener dónde traer a mis amigos. Donde el futuro ya no dio tanto miedo y los planes no parecieron tan descabellados.

Eso será siempre el 401.

Comentarios

  1. 401 permite visitar otros momentos y reflexiones del autor de "notas desde la mesa de la tienda". En esos lugares la palabra iluminó instantes de indignación, de incertidumbre y de posibles horizontes. 401 más allá de un lugar nos habla de “habitar”. Habitar es tanto permanecer en alguna parte como movernos interiormente. Vivir en 401 deja la sensación de una expansión invisible en el que las palabras permiten ver una imagen profunda y sustentadora de sí mismo.

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